Lugano: crónica de un final feliz
Una verdadera fiesta se vivió en la Costa Verde. Entre cánticos y mucha alegría, la hinchada de Lugano se hizo más presente que nunca.
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| Hinchas de Lugano eufóricos alentando a su equipo |
Desde que arrancó la Super Liga Profesional de fútbol 7 podía apreciar a uno que sobresalía entre los otros equipos; que venía con ese estimulante extra que todo equipo necesita; el jugador “12”, ese que crea cánticos, se pinta la cara, pinta banderolas y crea toda una puesta en escena para alentar los 90 minutos, hasta quedarse sin voz.
Durante todas las actuaciones que Lugano tuvo, siempre su hinchada fiel estuvo al pie del cañón, sin importar las noches tan frías y lluviosas que tiene Lima en esta temporada con temperaturas de alrededor de 17º grados, no impidió que con sus cánticos calentara hasta al más frió de los hinchas contrarios contagiándose de su inigualable alegría.
"Es solo un deporte" te repiten los ateos. No saben nada de la vida. ¿Qué vas a saber si no alentaste bajo la lluvia? Si no estuviste en las derrotas, en los empates. Así es el fútbol en el más alto nivel.
Muchos se animaron a dar su pronóstico. Entre victorias y empates, el objetivo era único: sumar, y coronarse como el mejor equipo de la Super Liga Profesional de Fútbol 7 y sí se pudo. Aunque costó.
Desde la primera fecha contra La Logia, donde empataron 4-4 y se tuvo que definir mediante “shootout”, la hinchada fiel, atenta y en cada atajada del arquero rival; no bajaban los brazos y con fuerzas sacadas desde lo más profundo cantaban, y coreaban arengas ya conocidas como “canta Lugano esta canción de corazón..” y como dice ese frase célebre futbolera "este amor no es para cobardes” y ese amor es el que reflejaba la hinchada de Lugano.
La algarabía y la euforia eran, sencillamente, indescriptibles, algo realmente digno de presenciar y disfrutar. Si durante el encuentro la tensión estaba a tope, luego del pitazo final la alegría llenó corazones. Los hinchas (me incluyo) no podían dejar de contagiarse de la emoción.
Nunca dejaron de alentar. Si dicen que el fútbol es solo un deporte, no se imaginan lo que se presenció esa noche en el Depor Plaza. Me recordó mucho a la celebración que tuvimos cuando clasificamos al Mundial donde, la que escribe estas líneas salió del estadio en caravana con un grupo de amigos, con nuestra bandera, con un bombo que nos pedimos prestado y nuestra cara pintada, con los colores un poco deteriorados con las lágrimas que fui botando mientras coreábamos el ya clásico “Perú Campeón”, eran muchos sentimientos encontramos que me recordaron como un flashback a la hinchada de Lugano.
Y nuevamente la sonrisa volvió al rostro del hincha de Lugano después del pitazo final. Son los mejores, son los incondicionales. Su día llegó. No fueron goles esta vez los que les han devuelto a alegría, ha sido su propio esfuerzo, la garra, la pasión que entregaron en cada minuto, en la previa, en los agregados, en las noches frías luego de una derrota y en los días eternos tras una victoria.

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